El nuevo coronavirus COVID-19 sigue extendiéndose por todo el mundo, presenta síntomas similares a los de un resfriado o gripe: fiebre, tos y falta de aliento, pero sus complicaciones, incluidas la neumonía, la dificultad respiratoria y la insuficiencia renal, pueden ser mortales.
Los expertos siguen reuniendo datos para determinar todas las características de la enfermedad. El virus parece ser más contagioso y más grave que la gripe común. Es por esto que todas las empresas tendrán que prepararse para el impacto que pueda causar en sus empleados y negocio, lo que incluye elaborar políticas y revisiones para garantizar la salud y la seguridad de los empleados, las comunidades y las empresas.
Los empleadores de los profesionales de la salud que cuidan a los pacientes con COVID-19 pueden anticipar un peligro real y previsible para dichos empleados. Pero, ¿qué deberían hacer los empleadores que no trabajan en el cuidado directo de los pacientes?
La Organización Mundial de la Salud, así como las autoridades sanitarias nacionales y locales, publican continuamente actualizaciones, orientaciones, advertencias y directrices para los viajes. Consúltelas en todo momento y sígalas a rajatabla.
Sin embargo, las empresas que no tienen una política de trabajo flexible pueden tener dificultades para seguir llevando sus negocios como de costumbre. Es comprensible que los empleados se preocupen por la salud de sus familias y comunidades. La volatilidad de los mercados financieros es otra preocupación.
Entonces, ¿qué pueden hacer las empresas para mantener sus centros de trabajo y empleados seguros, comprometidos y productivos? ¿Y qué podemos aprender de esta situación para construir capacidades de resistencia para el futuro?