Desde las teorías médicas de la edad media, la higiene ha sido considerada como uno de los pilares principales de la salud preventiva.
En la actualidad es común la visualización de campañas de comunicación que detallan la importancia de mantener un correcto aseo no solo nuestro entorno, sino también de nuestro cuerpo, todo con el fin de prevenir la transmisión de posibles enfermedades.
Todos estos factores, junto con el impacto que han generado los recientes brotes de enfermedades en el mundo, han dado pie a la proliferación de las ventas de todo tipo de antibacteriales preventivos. Estos, apoyados en la publicidad en medios masivos, se han consolidado como un producto muy común dentro los bolsos y carteras de las masas ciudadanas.
Pero, ¿dónde se originaron estos desinfectantes? ¿Es realmente positivo el impacto de este tipo de antibacteriales en nuestra salud a largo plazo?
¿Qué son y dónde se originan los geles antibacteriales?
El gel antibacterial se define como un desinfectante líquido de aplicación externa que no requiere enjuague. Compuesto principalmente de alcohol isopropílico o etílico, con una concentración entre 60% - 65%, y cloruro de benzalconio y triclosán, agentes responsables de la eliminación de las bacterias.
Esta supuesta herramienta de salud preventiva fue inventada por los laboratorios químicos Bago en el año 1999, entrando en circulación en el 2000, pero consolidándose como un producto sanitario en el año 2009 por motivo de la mediatización de la pandemia del virus H1N1.
El objetivo original de este antibacterial es la prevención de enfermedades contagiosas y la neutralización de ciertos tipos de esporas de hongos. Sin embargo, este puede de la misma manera neutralizar la flora bacteriana natural de nuestra piel, la cual cumple con la función de prevenir el ingreso de infecciones en nuestro organismo, dejando la duda sobre si es realmente beneficioso el uso de este para nuestro día a día.
Contraindicaciones y riesgos del uso del gel antibacterial en la salud preventiva
Pese a todo lo atractivo que puedan parecer las funciones del gel antibacterial, recientes estudios realizados por el Center for Disease Control and Prevention de los Estados Unidos han determinado que son más los peligros que los beneficios que pueden ofrecer.
Una investigación liderada por la doctora Annette M. Horman afirma que el triclosán, conocido también como el compuesto encargado de erradicar las bacterias, estaría alimentando a las bacterias de nuestras manos, haciéndolas así mucho más resistentes a la erradicación tanto por este compuesto como por el agua y el jabón tradicional.
Se estima que las personas que utilizaron gel antibacterial durante un periodo de dos años aumentaron en un 600% el riesgo de contraer enfermedades, no solo por la resistencia que estas desarrollan, sino también por el efecto que genera la combinación de alcohol con el triclosán, la cual produce un daño directo el funcionamiento del sistema inmunológico, dejando así el cuerpo expuesto a cualquier infección.