¿Estereotipos inofensivos o amenaza al desarrollo? Aunque la participación general en la fuerza laboral de los Estados Unidos ha logrado la igualdad de género; al apreciar que las mujeres son exactamente el 50 por ciento de la fuerza laboral estadounidense según el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) no agrícola a partir de enero de 2019, estamos lejos de la paridad dentro de los empleos reales y las opciones que podemos elegir, es por ello que aún pensamos en que existe una discriminación de género.
La segregación de género de los puestos de trabajo es tan alta que, aproximadamente la mitad de toda la fuerza de trabajo tendría que migrar a través de las líneas de género (hombres que se trasladan a empleos dominados por mujeres y mujeres que se trasladan a empleos dominados por hombres) para lograr la igualdad de género en las ocupaciones.
Sin embargo, esa migración de género es totalmente improbable, no debido a las diferencias reales en las competencias de hombres y mujeres, sino a las etiquetas que nosotros como sociedad estamos poniendo en estos puestos de trabajo y cómo ese etiquetado crea expectativas infundadas sobre los puestos de trabajo y afianzando aún más los estereotipos sobre las competencias de hombres y mujeres.
Discriminación de género en el trabajo: Estereotipos a derrotar
Los estereotipos a menudo sirven como atajos para formar impresiones de las personas y guiar nuestras decisiones, sin que la gente sea completamente consciente de ello. Las ideas preconcebidas de género tienen consecuencias importantes para el lugar de trabajo, las cuales de manera lamentable, no siempre ha sido positiva. Estos son algunos ejemplos:
1. No hay crédito donde el crédito es debido
Cada vez que las mujeres trabajan con hombres en tareas masculinas tipadas por el género, es más probable que se atribuya a los hombres los éxitos conjuntos y que las mujeres sean más propensas a ser culpadas por fracasos conjuntos.
Estas expectativas negativas de rendimiento sólo pueden ser anuladas cuando la contribución individual de la mujer es incuestionable, o su competencia de tarea es muy alta.
2. Los hombres son promovidos en potencial, las mujeres son promovidas por desempeño probado
Las investigaciones muestran que las mujeres están sujetas a estándares más estrictos para la promoción: las mujeres promovidas tienen calificaciones de rendimiento más altas que los hombres promocionados, y las calificaciones de desempeño están más fuertemente relacionadas con las promociones para las mujeres que para los hombres.
3. Diferencia de percepción ante el liderazgo femenino vs el masculino
Cuando las mujeres contrarrestan su estereotipo y rompen las expectativas sobre cómo "deberían" comportarse, pagan el costo: las mujeres dominantes son percibidas como menos agradables y menos controladas que los hombres. Una encuesta realizada en 2016 a más de 30.000 empleados encontró que las mujeres que negociaron para promociones tenían un 30% más de probabilidades que los hombres de ser etiquetadas como intimidantes, histéricas o agresivas.