Los recientes movimientos globales #MeToo y #TimesUp han puesto en primera plana una problemática social que desde antaño, se ha estado reproduciendo de manera sistémica en los ambientes de trabajo: el acoso laboral.
La mayoría de los códigos judiciales definen el acoso laboral como toda práctica persistente y evidenciable ejercida en el espacio laboral por parte de un empleador, un colega o un subalterno, cuyo fin sea infundir miedo, intimidación, presión, desmotivación y marginación. Dentro del concepto general de acoso laboral, ramifican el acoso físico, psicológico, moral y sexual.
Durante mucho tiempo, estas conductas fueron caracterizadas por acciones como la articulación de amenazas verbales, agresiones físicas, la elaboración de falsos rumores para perjudicar a la víctima, la asignación de tareas humillantes, absurdas o demasiado exigentes para su capacidad u obligar a la víctima a simplemente no hacer nada dentro de su espacio laboral.
Todo esto ha empeorado por la incidencia de los casos que, según la Fundación Thompson Reuters, ha dejado cerca de un tercio de las mujeres de los países que hacen parte del G-20, como víctimas del acoso laboral.
Acoso laboral: Problema del ayer latente en el hoy
Al igual que múltiples aspectos de la vida en el presente, las formas de acoso se han transformado de manera sigilosa durante estos últimos tiempos, a conductas menos obvias o más sutiles dentro de un círculo laboral. Sin embargo, estos casos no pierden gravedad al observar los daños que son capaces de generar dentro de la psiquis de las víctimas. Algunas de las nuevas formas de acoso propuestas por el Instituto de Psicoterapia e Investigación Psicosomática de Madrid son:
Manipulación de las herramientas sin consentimiento de la víctima.
Hurto de pertenencias, documentos o herramientas de trabajo.
Introducción de informes confidenciales y negativos sobre la víctima, sin notificarle, ni darle oportunidad de defenderse.
Devolución, apertura o invasión de correspondencia privada.
Actitud de frialdad y saboteo con la víctima dentro del ambiente laboral.
Exageración de fallos y errores.
Divulgación de información negativa sobre su permanencia y dedicación para con la empresa.
Control muy estricto de su horario.
Promoción de situaciones humillantes con el fin de producir respuestas violentas por parte de la víctima.
¿Cómo denunciar casos de acoso laboral?
Durante mucho tiempo estas acciones permanecieron por debajo de la mesa al no ser denunciadas por parte de las víctimas, ya sea por miedo al escarnio público, o por la percepción de impunidad alrededor de los casos.
Sin embargo, campañas de denuncia de acoso como la orquestada por la activista de los derechos sexuales de la mujer Tarana Burke del movimiento #MeToo, han dejado pruebas sólidas respecto a la reacción del público hacia estos casos. A raíz de este movimiento se han registrado millones de voces -de mujeres y hombres- a nivel mundial, exclamando la necesidad de un cambio sistémico, al denunciar sus casos ante el público y registrando el hecho de que esto no es un conjunto de casos aislados, sino una tendencia manifestada en cientos de áreas sociales, personales y laborales alrededor del mundo.
En caso de ser víctima o testigo de algún tipo de acoso dentro su ambiente laboral, se recomienda proceder de la siguiente manera:
Consiga pruebas que detallen los hechos por los que usted se ha sentido incómodo.
Evite reaccionar de manera violenta a las provocaciones que realiza el victimario.
Reclame al acosador sus actitudes frente a otras personas.
Hable con un superior al respecto, se recomienda siempre que éste posea un rango mayor al de su acosador. En el caso de que el acosador sea un superior, diríjase a la autoridad más cercana que se encuentre por encima de éste.
En última instancia y si las actitudes continúan, denuncie al acosador ante las instancias legales de protección contra los derechos del trabajador.
Recuerde que no está solo y que la única solución para estos problemas, es la denuncia seria y temprana del caso ante las autoridades respectivas.